jueves, 24 de marzo de 2011

Michael Ende: Momo

"Momo escuchaba a todos: a perros y gatos, a grillos y ranas, incluso a la lluvia y al viento de los árboles. Y todos le hablaban en su propia lengua.
Algunas noches, cuando ya se habían ido a sus casas todos sus amigos, se quedaba sola en el gran círculo de piedra del viejo teatro sobre el que se alzaba la gran cúpula estrellada del cielo y escuchaba el enorme silencio. Entonces le parecía que estaba en el centro de una gran oreja, que escuchaba el universo de estrellas. Y también que oía una música callada, pero aun así muy impresionante, que le llegaba muy adentro, al alma.”
 

El Momo en Santiago
Los libros infantiles son (creo) los que más sensaciones distintas nos muestran, porque casi siempre llevan intrínsecos los recuerdos asociados al momento de su lectura, la mayor parte de las veces: la infancia…o si se descubren siendo mayor: la sensación de vuelta a la infancia. Este es el caso de Momo para mí, lo leí siendo ya mayorcito y casi por casualidad, pero el efecto fue el mismo, si cabe, mayor…y recuerdo perfectamente el momento y las imágenes asociadas. Fue el primero de muchos libros que compré en la librería Follas Vellas de Santiago de Compostela, un compañero de la facultad me lo recomendó en primer año allí, curiosamente hablando de un pub con ese nombre y decorado con imágenes del libro. Así fue como lo busqué en las estanterías de esa librería que huele a libros, a historias, a lugar fuera del tiempo. El libro tenía ese color amarillento que les da el paso del tiempo y su precio (en pesetas) escrito a lápiz en la primera página…me lo llevé y recuerdo que lo abrí y comencé a leerlo en una cafetería en la que me había metido para resguardarme de un chaparrón (sucede cuando eres del norte pero nunca llevas paraguas). Y así conocí a la pequeña Momo, al viejo Beppo el barrendero, al inventor de historias Girolamo, a la tortuga Casiopea que habla con mensajes en su caparazón, y a los inefables hombres grises (con bombín) que se fuman el tiempo de los humanos apresurados.

Beppo

“Ves, Momo, a veces tienes ante ti una calle que te parece terriblemente larga que nunca podrás terminar de barrer. Entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle sigue igual de larga. Y te esfuerzas más aún, empiezas a tener miedo, al final te has quedado sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer. Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Entonces es divertido: eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser. De repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta de cómo ha sido, y no se queda sin aliento. Eso es importante.”

Y así recuerdo ese libro, entre lluvia, en un otoño que ya me queda lejos y que se está volviendo tan amarillo como las páginas de aquel viejo libro…rescatado de aquella vieja librería…de vellas follas…Follas Vellas.

Momo o la extraña historia de los ladrones del tiempo y de la niña que devolvió el tiempo a los hombres

4 comentarios:

  1. Lo lei de guaje, buenos recuerdos... por cierto, su autor es de "La historia interminable", título que tambien lei por aquel entonces.

    Animo con el blog!!


    jan10

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  2. Sí,algún día comentaré también el de "La historia interminable"...dos libros llenos de buenos recuerdos...pero a este le tengo un cariño especial.

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  3. Lo lei hace muchisimos años y aun recuerdo la sensación al acabarlo, pco despues lei la historia interminable, deberia volver a leerlos y sentir otra vez aquellas sensaciones que hoy tengo olvidadas y que deberia recordar.

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  4. Mítico. Qué grande Michael Ende y qué buenos recuerdos. Si Vd. lo leyó de mayor, yo lo leí de anciano y me encantó.

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