jueves, 24 de marzo de 2011

Michel Houellebecq: Ampliación del campo de batalla

“Desde hace unos años camino junto a un fantasma que se me parece y que vive en un paraíso teórico, en estrecha relación con el mundo. Durante mucho tiempo he creído que tenía que reunirme con él. Ya no”.

La primera novela de Michel Houellebecq,  Ampliación del campo de batalla apareció en Francia a mediados de los noventa (1994 concretando) con un título que en principio, como sucede casi siempre, no mostraba demasiado o podía inducir a error. Publicada en principio a pequeña escala, bajo el inicial silencio de la crítica, la novela se fue convirtiendo en un libro de culto, obtuvo premios, incrementó sus lectores y Houellebecq, se vio convertido sin más en uno de los portavoces narrativos de su generación, que consolidaría más adelante con otras novelas de la talla de Las partículas elementales

He aquí una novela narrada y protagonizada por un antihéroe, pero no al uso del que nos suelen vender, no se trata del antihéroe que sin quererlo se convierte en héroe. En ningún momento nos vemos inmersos en situaciones increíbles, historias sórdidas (esto último tal vez en cierto modo) ni grandilocuencia de ningún tipo.

El narrador de Ampliación del campo de batalla es un tipo normal de nuestra época, un ingeniero informático de 30 años, hastiado por su trabajo, que debe vender a sus posibles clientes las delicias de las nuevas tecnologías…un tipo que ha dejado de luchar, que espía apenas a sus congéneres, que se desliza hacia la depresión; lleva dos años de castidad, se refiere a «las mujeres que me abrían sus órganos» con tanta repugnancia como cuando habla de las egoístas psicoanalizadas... Con la precisión de una autopsia, describe el campo de batalla de la sociedad actual, la sociedad neoliberal, con sus perdedores en el ámbito económico y sexual: la ampliación del campo de batalla a todas las edades de la vida, a todas las clases sociales.

"Definitivamente, me decía, no hay duda de que en nuestra sociedad el sexo representa un segundo sistema de diferenciación, con completa independencia del dinero; y se comporta como un sistema de diferenciación tan implacable, al menos, como éste. Por otra parte, los efectos de ambos sistemas son estrictamente equivalentes. Igual que el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo sexual produce fenómenos de empobrecimiento absoluto. Algunos hacen el amor todos los días; otros cinco o seis veces en su vida, o nunca. Algunos hacen el amor con docenas de mujeres; otros con ninguna. Es lo que se llama la "ley del mercado". En un sistema económico que prohíbe el despido libre, cada cual consigue, más o menos, encontrar su hueco. En un sistema sexual que prohíbe el adulterio, cada cual se las arregla, más o menos, para encontrar su compañero de cama. En un sistema económico perfectamente liberal, algunos acumulan considerables fortunas; otros se hunden en el paro y la miseria. En un sistema sexual perfectamente liberal, algunos tienen una vida erótica variada y excitante; otros se ven reducidos a la masturbación y a la soledad. El liberalismo económico es la ampliación del campo de batalla, su extensión a todas las edades de la vida y a todas las clases de la sociedad. A nivel económico, Raphaël Tisserand está en el campo de los vencedores; a nivel sexual, en el de los vencidos. Algunos ganan en ambos tableros; otros pierden en los dos. Las empresas se pelean por algunos jóvenes diplomados; las mujeres se pelean por algunos jóvenes; los hombres se pelean por algunas jóvenes; hay mucha confusión, mucha agitación."

Pero que nadie se equivoque, este es un libro entretenido, divertido, incluso optimista (paradójicamente). No cuenta ninguna historia, no hay un principio y un fin demasiado definidos, sino un desarrollo, no hay meta sino camino. Es simplemente una fotografía de un momento concreto… en definitiva, una guerra sin tregua, sin trincheras, donde la batalla se libra en todos los ámbitos y acciones posibles de la vida, en la que cada persona es un individuo perdido en un fuego cruzado y todos los demás son ejércitos completos…una batalla perdida de antemano, ante la que no por ello dejamos de luchar hasta el final…C’est la vie.

1 comentario:

  1. Que nadie se equivoque! Este libro sin contar nada, cuenta todo. Muy bueno.

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