jueves, 17 de marzo de 2011

"¡Oh vosotros que entráis, abandonad toda esperanza!"



 Vi escritas estas palabras con caracteres negros en el dintel de una puerta, por lo cual exclamé:

- Maestro, el sentido de estas palabras me causa pena.

Y él, como hombre lleno de prudencia me contestó:

- Conviene abandonar aquí todo temor; conviene que aquí termine toda cobardía. Hemos llegado al lugar donde te he dicho que verías a la dolorida gente, que ha perdido el bien de la inteligencia.

Y después de haber puesto su mano en la mía con rostro alegre, que me reanimó, me introdujo en medio de las cosas secretas. Allí, bajo un cielo sin estrellas, resonaban suspiros, quejas y profundos gemidos, de suerte que al escucharlos comencé a llorar. Diversas lenguas, horribles blasfemias, palabras de dolor, acentos de ira, voces altas y roncas, acompañadas de palmadas, producían un tumulto que va rodando siempre por aquel espacio eternamente oscuro, como la arena impelida por un torbellino.
 
Dante Alighieri. La Divina Comedia

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